miércoles, 19 de agosto de 2020

Conexión con la naturaleza

 Alumna: Daniela Alexandra Sucso Condori 

En Iquitos la conexión con la naturaleza es increíble, desde los paisajes hasta las criaturas que terminan conviviendo contigo. 

Nuestra escapada a este hermoso lugar fue de los mejores viajes familiares que pudimos tener; surgió por una repentina participación de mi sobrina a un torneo de vóley que organizaba un club de la ciudad. El viaje lo hicimos  en avión, así que apenas llegamos al aeropuerto empezó a llover torrencialmente, los rayos y truenos se escuchaban por todos lados y estoy casi segura que a los aviones les ponían ponchos para la lluvia. 

Luego de recoger nuestras maletas fuimos con el taxista que trabajaba para el hotel que habíamos reservado, nos atendió muy amablemente, mientras nos preguntaba por cuanto tiempo veníamos de visita y nos recomendaba algunos lugares que teníamos que visitar sí o sí. Cuando llegamos al hotel, este estaba adornado con una variedad de mariposas disecadas, de todos los colores, especies y tamaños.

Los días siguientes nos aventuramos a pasear y fuimos a internarnos en medio de la selva, exactamente en un campamento llamado “Amazon Camp” en el cual, por las noches podías disfrutar de la piscina al aire libre mientras mirabas las estrellas que brillaban más que nunca. En las comidas platos típicos de la zona como: tacacho con cecina, trucha, ensalada de palmito, toda una variedad. 

Cierto día nos llevaron a una caminata nocturna con el propósito de ver animales más de cerca, vimos muchas arañas, serpientes sapos y los sonidos que hacían en conjunto eran de otro mundo, nos tuvimos que regresar al campamento porque se avecinaba una tormenta eléctrica.

Pero definitivamente uno de los paisajes más hermosos fue cuando nos llevaron a ver a los delfines en pleno amanecer. Nos tuvimos que levantar a las 4am para ir en barco río abajo y llegar justo cuando salía el sol, teníamos que permanecer callados para que los delfines no se asusten y salgan, pudimos ver dos saltando mientras el amanecer hacia su gran entrada. Y se sentía cerca que casi se podía tocar. Fue simplemente mágico.

El ultimo día que, fuimos a un restaurante flotante llamado “Al frio y al Fuego”, nos llevaron en una barca por 15 min medio del rio. El restaurante tenía 2 pisos, un bar, una piscina y muy buena comida típica pero lo mejor era la vista. Pasamos muchas horas de diversión allí y para el almuerzo el atardecer nos vino a acompañar, este fue una de esas cosas que no se pueden describir por lo bellas que son, solo recuerdo haberme sentido en paz y extrañamente en casa, aunque claramente ese no era mi hogar. 


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