<<DETENIDO>>
Tema de la crónica: Viaje
Enero,2020.
7.10 a.m:
El carro
en el que me encontraba, se dirigía a La Paz (Bolivia). De pronto, el moderno
vehículo, empezó a disminuir su velocidad (de 100km/h pasó a 10 km/h y luego a
0 km/h).
—¿Qué
sucede? –le pregunté a un pasajero sentado a mi lado derecho.
—Vamos a
pasar por un puesto de control militar—me dijo. ¡Tranquilo! Solo nos revisarán
nuestros documentos.
El puesto
de control militar, era simplemente un cuartucho; corroído por los años que
llevaba en desuso. Sus ventanas estaban rotas y las paredes se iban desmoronando
poco a poco expulsando un polvo color gris que pululaba en la intemperie. Ese
cuchitril sería el perfecto hogar para las ratas o las arañas.
Al frente
del carro, un soldado colocó un cono de color naranja. Los pasajeros
aprovecharon la breve interrupción del viaje para parlotear.
—Señor
conductor, mi hija no trajo su cédula de identidad1—dijo una señora, que vestía una pollera variopinta
y sobre la cabeza reposaba un sombrero de alas anchas; negruzco, ornamentado
con un largo lazo de color crema. —Hay que mandarla al último asiento. ¡Y,
esperar que Dios, evite que el muchachito abyecto que se acerca le pida sus
documentos! —dijo el chofer. ¡Pero, aun así, tiene que avisar más antes,
señora!
—Muchas
gracias, señor chofer—farfulló la señora de pollera, que empezaba a acomodar a
su hija, como si fuese un bulto, en la parte posterior del vehículo.
El día
estaba nublado. Las nubes formaban figuras extrañas en el cielo boliviano.
Seguí de manera desinteresada, el vuelo de una gaviota hasta que este hermoso ejemplar
desapareció en el cielo, dejando a su paso un cielo enmarañado de nubes de
algodón.
—¡Gelatinas!,
¡Refrescos! —empezaron a cantar en coro varias señoras de tez morena, que
ofrecían sus productos <<homemade >>, alrededor del carro.
Un
soldado con su arma de reglamento en mano, se acercaba al vehículo a paso de
tortuga. Llevaba sobre su enorme cabezota un casco de color verde metálico. Sus
ojos reflejaban la maldad que cundía en su interior.
1.- El documento de identidad, también
conocido como cédula de identidad (CI), cédula de ciudadanía (CC), tarjeta de
identidad (TI), tarjeta pasaporte (TP), registro civil (RC), cédula de
extranjería (CE), carné de identidad (CI), documento nacional de identidad
(DNI), documento único de identidad (DUI), identificación oficial o simplemente
identificación (ID), dependiendo de las denominaciones utilizadas en cada país,
es un documento público que contiene datos de identificación personal, emitido
por un empleado público con autoridad competente para permitir la
identificación personal e inequívoca de los ciudadanos.
Después
de que el soldado revisó los documentos al chofer, dio media vuelta al carro y
se detuvo un momento, para atisbar de manera profesional el carro; mismo mecánico
buscando una falla.
—Tranquila,
hijita, no va a pasar nada—dijo la señora de sombrero negro de alas anchas.
Cuando lleguemos a la Paz, te llevo a comer helados, tranquila mi niña linda.
—Piensa
que llevamos algo ilegal en nuestros equipajes (droga, ideas
capitalistas...)—dije—para mis adentros. Detrás del carro, otro soldado hizo
parar una camioneta roja. El soldado abrió la puerta con mucha furia. Tenía la
piel tostada por el sol y una nariz en la que tranquilamente cualquier
pajarraco hacia su nido.
—Buenos
días, señores pasajeros—dijo con voz solemne. ¡Rápidamente, todos me van a
mostrar sus documentos!
Busque en
los bolsillos de mi pantalón color caqui. Después de unos segundos que parecían
horas, encontré mi DNI y mi TAM2. A mi
flanco izquierdo aparecía el lago Titicaca; grande y de una belleza
inconmensurable. Varios botecitos inertes flotaban sobre sus aguas.
—¡A ver,
usted, sus documentos! —dijo el soldado. Su voz gastada y estentórea, causaba
pavor. La mirada pétrea reflejaba esa maldad intrínseca, propia del ser humano
que solo nació para hacer maldades. Me exasperaba la forma tan diligente con la
que revisaba mis documentos. Sus ojos describían órbitas elipsoidales.
Movimientos visuales de derecha a izquierda y viceversa. Movimientos visuales con
esos ojos ruines de arriba abajo y viceversa.
—¡Ya ha
transcurrido demasiado tiempo! ¡Enciende el motor, arranca el carro, chofer, si
no, no te voy a pagar! —amenazó un señor obeso, sentado en la parte de atrás.
El
soldado esbozó una sonrisa. —¡Usted, el de polera roja! ¡Baje inmediatamente
del vehículo, pero antes pague el pasaje completo al chofer y traiga su
equipaje! —murmuró el soldado.
Me sentí
alelado. Entumecido. Estupefacto. Anonadado. Humillado. Estúpido. De manera
sumisa, me resigne a cumplir las órdenes del esbirro, que disfrutaba la escena
y me observaba con su cara de diablo.
Al bajar
de la unidad, el viento rozó mi cuerpo con mucha fuerza. Era un viento maldito.
Los pasajeros tenían la mirada fija sobre mi rostro. Me atisbaban con pena,
como si me fueran a llevar a la guillotina o al patíbulo. 
2.- La Tarjeta Andina de Migraciones (TAM) es un
documento que se le entregará al ingresar a cualquier país de la Comunidad
Andina de Naciones (CAN) como Perú. Se trata de un documento de control
migratorio de uso obligatorio. Permite el ingreso y salida de los territorios
de Perú, así como Colombia, Ecuador y Bolivia.
Mientras
le pagaba el pasaje completo al chofer, pese a que ni siquiera recorrimos la
mitad del trayecto—le pregunté: ¿Por qué me han “detenido”? —él
respondió—Seguro que tus documentos no están en regla. ¡Flaco! Te recomiendo
una cosa, no te pongas bravo con los milicos.
El
gendarme del Estado boliviano me llegaba a la altura del hombro. Dentro del
carro, me había imaginado a un soldado: gallardo, alto y macizo. Pero, como
siempre, la realidad se había encargado de sacarme del mundo ficticio de las
películas yanquis, que con gran estulticia miraba desde que era un párvulo, y
que me ofrecían un paradigma, siempre muy distinto a la realidad.
Era un
liliputiense. Más delgado que la rama de un árbol. Pero con una voz que
expulsaba truenos y que infundía autoridad.
—¡Sígueme,
<< perucho>>!
—¿Por qué
me falta el respeto?, ¿Qué le pasa?
El
soldado no se dio la molestia de responder mis incógnitas. Con una señal,
elaborada con sus manos maltratadas por las inclemencias del clima, me indicó
que lo siguiera.
La
carretera lucía abandonada. Solitaria. Lúgubre. Los cerros; medianos e
indómitos, me observaban como a un bicho raro. Y, ahí comprendí cuánto iba a
extrañar mi libertad.
FIN
 ¡Te extraño!
Tipo de crónica: Amor
Mayo,2018 – Agosto,2018
¡Que bella! ¡Es un ángel!
Siempre  ataviada con un vestido de lino color rosa. Me dejaba vahído.
Caminaba con brío. Rosa era mi panacea.  A su costado todos los problemas
se alejaban, me curaba de todas mis dolencias,en especial las del corazón. Sus
labios de fresa, me encantaban. Sus ojos eran dos luceros, que guiaban mi vida.
Tenía un cabello bruñido de color negro. Nos gustaba sentarnos bajo la pérgola
de la plaza Umachiri y observar el bello celaje del atardecer.  Me
encantaba ornamentar sus cabellos con campanulas. Siempre tenía el apremio por
hacerla feliz. Era el centinela de su corazón.
Estaba completamente pirrado de Rosa.
Tenía el canguelo de que algún día, ella se alejara de mi vida.  Tengo que
confesarlo en estas líneas, había cometido un latrocinio. Había robado su
corazón. Ella no se daba cuenta. Nuestras chácharas, sentados en el parque eran
de lo más divertidas.  ¡Este macanudo amor, llenaba de felicidad mi vida!
Nuestro adagio favorito era: <<Juntos por siempre>>.  Nos
encantaba ir al puente Chilina; la hermosa vista permitía apreciar la belleza
recóndita de la ciudad. Apoyados en el parapeto veíamos el hermoso paraje de
color verde que aparecía ante nuestros ojos.
Los minutos a su lado, fueron los
momentos más portentosos de mi perecedera vida. Pasaba largas horas sentado
bajo la luna llena, intentando escribir un poema para que la dueña de mi
corazón, al leerlos comprendiera lo importante que era en mi vida. Nunca logré
que las palabras encontrasen la sintaxis correcta, tampoco encontré las
palabras idóneas para mí composición literaria, desistí del proyecto que traía
en mente. No escribir ese poema me llevó a una depresión severa. Mi vida se
convirtió en un babel. 
Termine el noviazgo con Rosa el 18 de
agosto de 2018. Una relación sólida, construida sobre los más puros
sentimientos del ser humano: amor, honestidad y respeto. Rápidamente nuestro
amor se desmoronaba. Hoy solo quedan retazos de ese amor de invierno.
Ahora dos años después sigo
intentando redactar ese maldito poema. Aquí va un avance del poema:
Rosa te extraño...
Fin
Tema: CRÓNICA DE LA CUARENTENA.
 
MEMORIAS DE
CUARENTENA
Introducción:
El 31 de diciembre de 2019, gran parte del mundo se enteró de la
presencia de un nuevo virus. Este mefítico ser hizo su estruendosa aparición en
Wuhan (China).
Desde el inicio de la humanidad, los seres humanos hemos asignado un
nombre para todo lo que nos rodea. Este atípico microorganismo necesitaba un
nombre. "Tenemos un nombre para la nueva enfermedad: es covid-19",
dijo el director de la OMS, Tedros Adhanom. Varias personas anónimas, también
querían darle un nombre al nuevo virus, decidieron denominaron: “Gripe china”.
Hoy para muchos (6/08/2020) la nueva enfermedad significa: soledad,
pobreza, vacaciones, corrupción, aburrimiento, pérdida de trabajo,
oportunidades......etc.
Cuánto quisiéramos tener entre nosotros al doctor Bernard Reiux para que
invente la vacuna y después de tantos estragos causados por este intruso,
podamos volver a ser felices, aunque claro antes de la llegada de esta plaga
muchos no lo eran.
 
 
 
 
Cuando te conocí...
<<La vida te da sorpresas. Sorpresas te da la vida, hay
Dios…>> sonaba la clásica canción de Ruben Blades en el radiorreceptor. Las
mañanas en Ironcollo(Cochabamba)son calurosas. El sol se encarga de tostar tu
piel y hacer del día una modorra. Esperar que del cielo llegue una brisa
fresca, es un proceso tedioso y hasta estúpido. Hay una magia ignota en este
lugar, que me atrae y me gusta. El cemento, aún no llega a dominar este hermoso
paraje. La naturaleza vive en su libre albedrío. Crece indómita. Mientras que
en la ciudad lo anormal es ver árboles crecer libremente entre tantos
edificios, aquí lo raro es ver a personas construyendo casas entre tanta
vegetación.
La mayoría de las casas son de una construcción muy rústica, las tapias
no sobrepasan los 1.50 metros de altura.  Las calles son de tierra,
excepto la vía principal que conecta todas las urbanizaciones con la plaza
Bolívar.
Me senté sobre la tarima; extenuado. Para distraerme, cogí el periódico Opinión
que estaba sobre la mesa a lado de una jarra. Leía rápidamente los
fragmentos de las noticias más importantes del día. Escrito en una nota corta
en la sección “Curiosidades” del periódico decía: Descubrieron nuevo virus
en China, cuando leí la nota era 7 de enero de 2020. Y ahí te conocí
maldito....... coronavirus.
 
El “intruso” llegó en avión a América
Latina
El 26 de febrero de 2020 en São Paulo (Brasil) se confirmó el primer
caso positivo por covid-19. Se trataba de un varón de 61 años que viajó en
avión desde Italia hasta Brasil.
La llegada del coronavirus a Perú
El 6 de marzo de 2020, el presidente de la Republica Martin Vizcarra,
lamentablemente, en conferencia de prensa, declaró: “Hoy debo informar que en
horas de la madrugada se ha confirmado el primer caso de infección por coronavirus
(COVID-19) en nuestro país, en un paciente varón de 25 años con antecedentes de
haber estado en España, Francia y República Checa".
A través de la <<caja boba>> veía los aciagos y lúgubres
momentos que pasaban los países europeos por culpa de esta nueva plaga. Italia
y España se habían convertido en el epicentro mundial de la pandemia.
—¿Crees que ocurra lo mismo, aquí? —le pregunté tontamente a mi papá.
—Claro que va a pasar lo mismo, solo que será peor—me respondió papá con
la voz hecha pedazos. Quizás pierda mi trabajo, Maycol (el tiempo le dio la
razón).
¿Qué es el Estado de Emergencia?
El 15 de marzo de 2020, en un mensaje histórico a la nación el
presidente de la República Martin Vizcarra, declaró el estado de emergencia
nacional por 15 días para evitar la propagación del covid-19. También anunció
una serie de medidas extraordinarias, empezando por el aislamiento social
obligatorio a nivel nacional.
Después de escuchar el mensaje, un júbilo interno cundía en mi ser; me
imaginaba la postergación de las clases de la universidad, me veía disfrutando
esos quince largos días recostado en el diván de la sala haciendo naderías. De
pronto una pregunta, me sacó de mi viaje futurista.
—¿Qué es el estado de emergencia? —preguntó mi hermano.
—Es un régimen de excepción que el gobierno dicta en situaciones
excepcionales, como la que atravesamos, en el cual se suspenden ciertos
derechos que todos tenemos como ciudadanos—le explique.
—¡Ahh!, ¡Era eso! —me respondió. Abrió su boca y soltó un largo bostezo.
Después de esta breve interrupción seguí fantaseando con los días
ulteriores.
 
Familia unida
25/03/2020
El aislamiento social obligatorio, me permitió conocer mejor a mis
progenitores. Los primeros días fueron estrambóticos. Un hombre de un metro,
sesenta y cinco de altura empezó a habitar la casa. Con una barriga
extravagante que amenazaba con explotar como una bomba molotov. Tenía un bigote
que parecía un rastrillo. Su sonrisa mostraba unos dientes blancos y bien
cuidados. Ese hombre, era mi papá. Hasta esa fecha, eran pocas las veces en las
que veía al ser que me dio la vida dentro de la casa. Al comienzo del
aislamiento las conversaciones no pasaban de monosílabos. Después de una semana
y gracias a los “juegos de mesa” empezamos a congraciar.
Con mi progenitora la relación siempre marchaba bien. Los 15 días
sirvieron para comprender la importancia de la limpieza y entendí porque “mi
viejita” renegaba cuando no lavaba los platos o cuando no jalaba la cadena del
baño.
 Mi hermano nos dio una gran noticia, cuando durante la cena
familiar, anunció que: al ver a la familia tan unida, algo dentro de él había
cambiado y que, ese nuevo cambio le inspiró para querer postular a la
universidad (cosa que nunca estuvo dentro de sus planes a futuro). Papá, mamá y
yo pensábamos que era una gracejada; elaborada con la intención de conseguir
algo a cambio. Pero no fue así, al día siguiente lo veíamos estudiar y así
continúa hasta la actualidad.
Papá, pierde el trabajo
20/05/2020
 
Es triste tener que escribir esto. Pero, mi papá perdió su trabajo, fue
despedido como miles de trabajadores en el Perú. La barba invadía su rostro,
había perdido peso y el brillo de sus ojos había desaparecido. Estaba
desahuciado. Entraba en una etapa de depresión severa. Las discusiones entre mi
papá y mi mamá empezaron a ser cotidianas. La bonhomía con la cual nos trataba
desapareció súbitamente. Se convirtió en un ser cáustico y parco.
—Voy a viajar a Cusco—me dijo—me ofrecieron trabajo como ayudante de
chacra. Te quedas a cargo de todo. Tienes que estudiar hijo, si no, acabarás
como yo.
Esas palabras hicieron eco en mi mente, sabía que mi papá no había
acabado de estudiar su carrera técnica, porque no tuvo dinero suficiente para
pagar las mensualidades del instituto. Entonces al no tener una fuente de
ingresos, dejó el estudio y empezó a trabajar. Consiguió empleos temporales,
mal remunerados. Cuando se enteró que sus papás fallecieron en un accidente de
tránsito, mientras se dirigían a su ciudad natal Quillabamba (Cusco), su vida
empezó a ir en desmedro. Dejo el mandil blanco; uniforme de trabajo, que usaba
para trabajar en la carnicería. Lo cambió por una chaqueta de cuero negra y
empezó a frecuentar los bulines y los bares de la ciudad.
Cuenta la leyenda, que mi mamá, una lúgubre noche vio a un hombre
agonizando en el escaño de un parque; ubicado cerca del centro de la ciudad. El
pobre hombre era mi papá. Había ingerido licor durante 3 días seguidos. Mi mamá
decidió ayudarlo llevándolo al hospital. —Si no lo llevaba, se moría de
hipotermia—me contó mi madre, una noche en la que esperábamos ansiosos los
resultados de la página web del Estado peruano para saber si éramos acreedores
al bono de 380 soles, que el gobierno otorgaba a las personas de escasos
recursos. Cuando la página arrojó los resultados, nos llevamos una gran
desilusión; no estábamos dentro de la lista para cobrar el bono.
Muerte
de un amigo
22/07/2020
La situación es
harto complicada. Los vericuetos mentales por los que paso, me dan cuenta de la
extrañísima situación en la que me encuentro. 
Pero, la vida continua. Van pasando los dias, las horas, los minutos,
los segundos, la gente, los carros, las nubes, en fin, todo lo que tenga
energía. Y yo también paso frente a esos dias, frente a esos segundos, frente a
esos minutos, frente a esa gente, frente a esos carros, frente a esas nubes. ¡Yo
no sé, qué energía mueve mi ser!
Empieza un día
más de este aislamiento social obligatorio: caótico, inusitado; que me hace
añorar momentos antes poco valorados; hablar con amigos, salir a pasear con la
familia. Miro al costado de mi cama; la misma pared con esa horrible mancha
oscura, y al otro lado está la ventana que me permite ver el cielo límpido; veo
una paloma pasar a gran rapidez, me sorprende. ¿Cuándo acabará este encierro?
Me pregunto. Cavilo un poco, por mi mente pasan muchas cosas, trato de no pensar en la muerte de mi amigo Lucho, pero es algo ineluctable.
La muerte de mi gran amigo, ha provocado que de mis ojos broten unas tenues lagrimas sinuosas, estas se deslizan suavemente por mis carrillos, hasta que súbitamente caen al suelo. Lagrimas con sabor a desgracia. Lucho fue mi amigo. Mi jefe. Mi causa. Mi yunta. <<Un segundo padre>> . Lucho trabajaba como recepcionista en un hotel, además, era dueño de una local de videojuegos. Su novia Maruja había fallecido en un accidente de transito, lo que le dejo una acibar en el pecho.
Fue la primera persona que me dio la oportunidad de trabajar. Aún recuerdo como conocí a Lucho y ese recuerdo, se convierte poco a poco en una pena inconmensurable.
—Nos vemos
debajo del puente del Avelino Cáceres, a la 1.00 p.m. —me dijo por teléfono Lucho.
Yo había conseguido
ese trabajo buscando en los avisos del diario “El Pueblo”. En el anuncio  decía: <<Busco joven, entre 18-25 años, para Internet,
interesados llamar 666........>> 
Nos encontramos
debajo del puente del Avelino Cáceres, tal y como me dijo, el desconocido del teléfono.
Él era de mi talla, jorobado, con la piel curtida y de cabello corto. 
—¿Quieres
trabajar? —me dijo. 
—Buenos días,
si quiero trabajar—le dije.
El me miro de
arriba hacia abajo, hizo una mueca estrafalaria y con voz solemne me pidió que
lo acompañara. Caminamos por los recovecos del mercado Avelino Cáceres, yo
jamás en mi vida había transitado por esos lares. Quedé absorto, porque
descubrí un nuevo mundo, dentro de un sitio que yo creía conocer a la
perfección. Las mercancías de los comerciantes estaban desparramadas por el
suelo. 
A mi alrededor
surgían farmacias, hostales, puestos de comida. Después de pasar por un
callejón, cuyo piso era de tierra. Gire a la derecha y ahí atisbe un
pequeño cuarto lleno de computadoras, ese local ,se convertiría en mi centro laboral durante los días ulteriores.
Y, así inicie mi primer trabajo.Luego de un arduo mes de trabajo, fui ascendido(ironía). Me mandaron al local de videojuegos, ubicado en la Feria del Altiplano. Gracias a Lucho, comprendí la importancia del trabajo. Me dio los mejores consejos para triunfar en la vida. Aplique sus recomendaciones con mucha anuencia. Fue como mi <<segundo padre>>. Es una pena que este maldito virus le haya causado la muerte.
Lucho (mi jefe) siempre venia al local de videojuegos para revisar las maquinas. El local era pequeño, estaba ubicado al fondo del pasillo de una galería, que estaba frente a la Feria del Altiplano. Lucho siempre estaba preocupado por una posible intervención policial, tenía miedo de que hagan un operativo y le decomisaran las máquinas, sobre todo los <<tragamonedas>>, que según me decía eran carísimas. En nuestras chácharas ,siempre notaba en sus palabras, la aflicción que deja la partida de un ser querido.
—Veo parejas de enamorados entrando al hostal—me decía Lucho—los veo felices, los veo besarse, abrazarse, quererse. Ellos cuando me ven, si es que lo hacen, seguro notan mi soledad, mi aspecto lúgubre y corroído por experiencias penosas, nada gratas y sobre todo lamentables. ¡Extraño a Maruja!
—Debe ser complicado —respondía, intentando ser empático.
¡ADIÓS LUCHO!
Mamá la comida está rancia
24/07/2020
—Mamá, ¡La comida está rancia! —grite.
—¡Y que quieres que haga!, ¡Dame dinero, para que cocine algo mejor!,
¡Idiota! —respondió enfurecida.
El comentario sobre la comida había sido hiriente. Los fideos seguían
flotando sobre la sopa, que expulsaba un vapor delicuescente. Pero, no solo la
maldita sopa, estaba rancia. ¡Todo estaba rancio!
Desde que papá perdió el empleo las cosas han perdido su color, su
brillo, su belleza. ¡Nada está bien!
Pero, sabía que mi comentario provenía de un ser egoísta. Solo pensaba
en mi bienestar. ¿Y, qué hay de mi madre? Yo sabía que la pasaba mal. Ella
sacaba los alimentos de una bolsa vacía, de la misma forma en la que un mago
saca conejos de un sombrero vacío. Ella seguía esbozando sonrisas, pese a que
mi papá, ni siquiera, manda un maldito céntimo.
Monotonía
Abro los ojos, a mi alrededor solo hay objetos borrosos. No quiero levantarme.¿Para que hacerlo? Una suave brisa entra por el resquicio de la puerta, me hace titiritar de frió.
Cierro mis
ojos, en mi mente solo hay oscuridad y en mi corazón; llagas que quizás el
tiempo pueda curar.  Vuelvo a abrir mis ojos, esta vez los objetos
adquieren nitidez. Se, que es momento de dejar esa excelsa vida que transcurre
por mis sueños para pasar a una existencia monótona y plana. Sacudo tenuemente
mi cabeza de derecha a izquierda. En mi mente sucede toda una revolución. Ese
cambio es el encargado de darme energía necesaria para hacer la rutina
habitual. Los seres humanos somos energía. Somos luz. 
Una incógnita invade mis pensamientos: ¿Será el mundo ancho y ajeno?
3D
Cuando recorrí las cortinas, la escena que vi a través de la ventana, me
dejó atónito. En la acera de enfrente, un hombre tirado sobre el suelo,
languidecía. Con el brazo derecho se daba ligeros golpecitos en el pecho,
mientras que con el brazo izquierdo intentaba aferrarse a algo… quizás a la
vida. Súbitamente un montón de cabezas empezaron a aparecer, ya sea en las
terrazas de las casas o a través de las ventanas. Éramos cómplices del asesino
invisible(covid-19). 
Puse la mano sobre mi frente y suspiré. El silencio de la casa, me
perturbaba. No sabía exactamente en qué forma podía coadyuvar a aquel hombre.
Minutos después, el hombre dejó de contornear su cuerpo y se convirtió en una
estatua de piedra, falleció. 
El occiso permaneció en la acera como parte del paisaje. Luego de 5
horas, un grupo de hombres con trajes blancos; parecidos al uniforme de los astronautas,
y de aspecto tétrico, lo subieron a una camioneta y se lo llevaron. 
Actualidad
06/08/2020
Han pasado más de 100 días desde el inicio del estado de emergencia, las
cosas no han mejorado. Las 4 paredes de mi cuarto son testigos de mi
sufrimiento. He dejado de decir sandeces al momento de comer. Ahora sueño junto
a mi madre con un futuro mejor y comprendo su situación y es por esa razón que
le doy mi apoyo.
Mi ciudad natal, Arequipa, reporta más de mil casos positivos de
covid-19 por día, los hospitales colapsaron. Muchos pacientes esperan por una
cama UCI, a las afueras del Hospital Honorio Delgado.
Hay una incesante suma de contagios diarios en Arequipa, la falta de
camas UCI y los balones de oxígeno no son asequibles para todos y encima hay
una carestía de los mismos. Las infraestructuras de hospitales: precarias y arcaicas,
colapsaron. La corrupción dentro del gobierno es el pan de cada día. Las
personas fenecen en las calles. El personal de salud es escaso y trabaja en
condiciones paupérrimas y exponiendo su salud. Estos son muchos de los muchos
problemas por los cuales atraviesa mi querida ciudad blanca, mi querido país, y
el mundo entero.
Todas las tardes mi mamá y yo nos sentamos en el diván de la sala
esperando una llamada de mi padre.
—No debe haber señal por esas chacras, donde tu padre fue a
trabajar—dice mi madre—por eso no llama tu papá.
—Si, eso debe ser mamá...
FIN
 
good
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