viernes, 21 de agosto de 2020

EMPRENDIMIENTO CESERO


CRÓNICAS DE CONFINAMIENTO


EMPRENDIMIENTO CESERO



Si algo he de rescatar de esta “represión” es que afloran las más ingeniosas ideas,  -claro- no todas realizables ¡Pero como trabaja la sesera!

Como siempre, la batuta la llevaba mi madre. Que en un “dos por tres” empezó a desmantelar la casa. Lo primero fue limpieza general. Una vez todo limpio y ordenado. Las ideas empezaron a surgir. “Tumbar la pared”, “regalar ese viejo mueble”, “botar esas llantas gastadas a la basura”.


Así empezamos a hacer y deshacer. Mi hermana agrandó su habitación. Yo, en cambio, hice más pequeña la mía, por los viejos libros que mi hermana desalojó del cuarto de al lado. Pero la libertad no se mide en metros cuadrados. Aquella jornada culminó con un brindis familiar. En el cual, se decidieron las siguientes estrategias para combatir la mal llamada “Guerra contra el Covid”.


La expansión herbaria,  requirió de 5 salidas al campo de batalla, mientras tanto en el centro de mando, empezamos a deshacernos del vestigio de otroras empresas. De todo ese pasado, solo quedaron una radio -mucho más vieja que yo- y una antorcha, de esas olímpicas, usada en los juegos bolivarianos del 97’... La huerta, pronto se llenó de flores de distintos colores; que algunas semanas después adornarían el predominante matiz verde que el pasto y los paltos proporcionaban.


El siguiente brindis importante, nos llevó al artesanal mundo de las bebidas a base de cebada. La cocina se volvió un laboratorio acondicionado con balanzas, termómetros, mangueras y ente otras cosas, con un buen tutorial. Rentable gusto para el paciente, puedo decir. Un mes después, sonó el primer ¡tloc... tsss! La astucia napoleónica de mi madre, aún no conoce su Waterloo.


Ha pasado el tiempo, y cien días pretenden compararse a los siglos perpetuados en los libros. El dolor individual siempre estará por encima del clamor popular. Y la dicha ajena mal vista en tiempos de crisis. Crisis que nos ha enseñado - a algunos a la fuerza- a llevar la procesión por dentro y redefinir el concepto de hogar.

Jesús D. Fernández R.

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