Era un día de vacaciones, hasta que mi primo Enrique,
me llamo gritando y riendo, “¡serrano!”, que observara las noticias, así que
fui a su cuarto y ahí estaba el presidente Vizcarra haciendo su anuncio de la
cuarentena obligatoria, rápidamente se nos borró la sonrisa de nuestras caras,
nos quedamos algo sorprendidos, porque no parecía algo tan grave como para
tomar esas medidas, pero igual tuvimos que empacar y rápidamente por la mañana
regresar a Ilo con nuestras familias.
La cuarentena obligatoria comenzó oficialmente el 16
de marzo, y a partir de las 10 de la noche hasta las 5 de la mañana, no podía
circular absolutamente nadie. El ejército peruano se desplegó para cumplir esta
nueva norma. Comenzó a pedirse en medida de protección el cubrebocas y a
empezar a usar distintos productos para evitar la propagación de bacterias. Se
confirmó un bono de 380 soles por el estado, que fue un desastre al haber
irregularidades en la repartición de este.
Podíamos ver las noticias como era común ver a
personas que no cumplían con el aislamiento obligatorio y eran intervenidos.
Las clases no podían detenerse así que se realizaron virtualmente. El primer
mes parecía jamás acabarse, pero eso no fue lo peor, en vista de que el virus
se propagaba rápidamente en consecuencia de la irresponsabilidad de sus
ciudadanos al no acatar la nueva orden, el presidente se vio forzado a extender
la cuarentena, donde se desató el caos.
Familias ya no tenían dinero para autoabastecerse, las
personas que vivían del día a día fueron las más afectadas, viéndose obligados
a salir a trabajar exponiéndose al virus, Hospitales colapsaron ante la
cantidad de contagios, y familias lloraban a familiares fallecidos debido a la
gravedad del virus. Pero la población peruana expone su incomodidad al hacer
entender que no era suficiente para mantenerse.
Empezó a ser obligatorio el uso del cubrebocas y otros
métodos de protección como el alcohol en gel, y se volvió algo “normal” en tan
poco tiempo, debido a que este virus era peor de lo que se creía, esta es una
marca que no solo quedara en nuestras memorias sino también en los hogares para
aquellos desafortunados que no pudieron salvar a sus seres queridos. Estamos
viviendo un hecho histórico que no discrimina género, etnia o ideologías, hoy
más que nunca debemos mantenernos unidos y rogar porque todo esto pase.
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