NOMBRE: LOPEZ GARCIA
VERONICA KATHERIN 
CRONICA DE VIAJE
EL ÙLTIMO VIAJE DE LA NORMALIDAD 
“¿Qué es en definitiva el mar? ¿Por
qué seduce? ¿Por qué tienta? suele invadirnos como un dogma y nos obliga a ser
orilla, nadar es una forma de abrazarlo, de pedirle otra vez revelaciones.” Benedetti,
¡cuánta razón tienen tus pensamientos! ¡Eso era para mí, caray! 
Viaje que se convertiría en el último
adiós a mi vida normal; 06 de marzo, el mismo día en el qué horas más tarde
anunciarían que el Covid había llegado a nuestro país, propuesta de viaje por demás
tentadora. Yo, mujer de aventuras, arriesgada, amante de situaciones llenas de
adrenalina, definitivamente no podía despreciar gran invitación. Motivada
además por la idea de que mis mejores amigos también participarían de la
aventura. 
Suena curioso, pero no tenía idea
ni a que playa iríamos. Mientras el destino incluyese el mar de ensueño y la
compañía de buenas amistades era lo que menos importaba. Aproximadamente 3
horas nos demoramos en llegar a la Punta de Bombón. Nunca había pisado aquel
lugar. Mi entusiasmo era aún más grande. Todo el litoral estaba bordeado de
construcciones a medio hacer. Y sólo es posible acceder al mar a través de una
estrecha callejuela de tierra en la que por gracia ha quedado libre (que por
cierto, es un terror para los amortiguadores de los moto taxis que abundan en
el distrito). Mis amigos de padres tan “exagerados y temerosos como los míos”,
nos habían enviado con las provisiones más que necesarias. Cada uno portaba utensilios
y vasos para beber absolutamente personales.
Día caluroso, sol, playa, arena,
fogata al atardecer, alcohol y muchas risas. Transcurridas las horas, los vasos
personales se mezclaron con nuestra embriaguez. Era tan irrisorio que mis amigos
ya no reconocieran sus vasos. Así como Diego no reconoció donde nos había
dejado cuando se dispuso ir al baño. A Enrique y a mí nos costó un gran susto y
mucho trabajo poder encontrarlo en la oscuridad de la noche. Diego en su
desorientación nos había confundido con otro grupo y de tanto buscarnos se
quedó dormido en la orilla.
Aquel último viaje al mar antes
de la pandemia es mi pasado que terminó siendo el prólogo del futuro, la
amenaza que parecía lejana en aquel entonces, se convirtió en real. Mis amigos
y yo nos hicimos la promesa de que terminado todo esto, volveremos a la Punta
de bombón. Y aunque es un momento tan desafiante, no hay duda de que el mundo
lo superará manteniendo la esperanza sin perder de vista el futuro. 
 
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