jueves, 20 de agosto de 2020

La inaccesibilidad de la ciudad Inca

La inaccesibilidad de la ciudad Inca

En las largas escalinatas hacia Machu Picchu entre jadeos y descansos, los diálogos de los turistas
son variopintos. Se deja oír, en distintos idiomas, la expectativa por estar tan cerca del santuario
histórico. También se escuchan algunas quejas debido a las tres o cuatro horas que transcurrieron
para llegar hasta allí. Este trayecto final una trocha serpenteante de nueve kilómetros sobre la
montaña es el colofón de un extenso viaje iniciado en Cusco. Una ruta que podría ser considerada
parte de un circuito turístico de aventura, pero que hoy es la vía de acceso más solicitada a la
ciudad inca. A nuestro patrimonio cultural más preciado, a la maravilla del mundo.
Mi familia había planeado casi un año el viaje para el cumpleaños dieciséis de mi hermana, los
momentos que pasamos resultaron entrañables. Pero ninguno, lo fue tanto como arribar la
aventura desde un pequeño colectivo hasta Ollantaytambo. Esperar en el frio intenso de la
madrugada, la llegada de un tren que nos llevaría a la ciudad inca.
A bordo del ferroviario vehículo, nos sentíamos verdaderos viajeros. Surcando todo el valle
cusqueño, en vagones tan llenos que parecían trenes en Bombay. La llegada a la ciudad más
pintoresca que vi en mi vida, fue tumultos y confusa. Pero ya con la libertad de andar sin toparse
con nadie, pude apreciar aquel imponente paisaje. Pedimos una habitación para cuatro en un
hotel a lado del rio Vilcanota y después de la cena. Sabríamos que el día siguiente seria el gran día.
Despertándonos temprano y alistando bebidas rehidratantes, un poco de snacks y las cámaras sin
perder ni un segundo nos echamos al camino. Entres árboles, aves y mariposas. Subiendo aquellas
gradas interminables, solo repetía en mi mente. “Caminante no hay camino, se hace el camino al
andar…”. Versos que resultaban refrescantes ante tal esfuerzo. No sabía que cada segundo que
pasaba. Resultaría en una de las grandes leyendas vivas reveladas ante mis ojos.
Sin duda el llegar es una victoria para el cuerpo y el alma. Parte de mis ancestros se veían desde lo
alto en la ciudadela Inca. Solo un pequeño sin sabor me colmaba un poco de algunas cuestiones.
En un país que necesita más de esto. Como es posible aglomerarlos en vagones monopolizados.
Como es posible cobrarle casi la mitad del sueldo mínimo solo por llevarlos en un Buss hasta aquí.
¿Acaso no recuerdan que representa esto? Un gigantesco sinónimo de comunidad, de servicio, de
protección. 

Eduardo Pacheco Puma

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