martes, 18 de agosto de 2020

RESPUESTAS EN EL PUENTE GRAU

 


Era el año 2015, un poco de valor había guiado a mi temblorosa y con lágrimas primera confesión de lo que llamé a mi corta edad <<amor>>. Una letra y una vocal pronunciadas no habían sido tan deseadas por mi desde hacía años. Su estado negativo me deprimida y aterraba, no imaginaba algo sin ella, ya era parte de mi vida desde hacía tres años. Por otro lado, su estado positivo me inyectaba energía, alegría, gozo, felicidad; del solo imaginar las posibilidades mi tierno corazón de 14 años se hundía en un pozo del que no quería escapar jamás, aunque muriera.

Estábamos a dos cuadras del Puente Grau, donde la llevé bajo la premisa de <<Quiero decirte algo importante>> mientras cerraba los ojos para coger valor y unir nuestras manos en algo que; aún hoy, pese a todo lo que pasó después, considero cálido.       

 Recuerdo sus ojos, querían respuestas. Ella me había estado insinuando desde que nos conocimos algo. Ese algo era que yo le gustaba. Sus mordidas ocasionales cuando no la miraba y quería llamar mi atención. O sus <<suspiros>> no tan bajos cuando rodeaba su cuerpo con mis brazos.

 Nuestros pasos no eran muy rápidos; sus pasos eran constantes y con una gracia propia de ella, parecía que bailaba. Iban a un ritmo de <<bam-bam dum, bam-bam dum, bam-bam bum... >>, dos pasos rápidos seguidos de uno corto y lento pero potente, aunque delicada. Ella era decidida y libre. Se notaba y me gustaba. Por otro lado, mis pasos eran irregulares y, por momentos, no dejaba de mirar mis pies al andar o acomodar mi mochila porque la consideraba <<demasiado chueca >> al traerla cruzada en mi hombro derecho ... como si estos detalles hicieran la diferencia para que ella me correspondiera de la forma romántica a la que yo apuntaba.

—¿Y bien? —Sus irises oscuros reflejaron el ocaso y me exigían hablar ya, eran las 6:30 pm... su hora de llegada no debía de pasar las 7:00 pm. Era hablar o callar. Era morir o vivir. Era intentar o callar. "Todo era callar para nada malograr ". Le podía mentir y fingir que solo quería compañía a mi paradero de buses, pero decidí hablar.

 Escupí mis palabras como si picaran. Y justo cuando me confesé, el claxon de un bus ambientó nuestra conversación como si música fuese. Tuve que gritar que la amaba, aunque me doliera la garganta y los pulmones... contuve mi respiración y esperé una respuesta. No llegó en forma de palabras o de algún sonido, lo supe cuando sentí algo suave a escasos centímetros de mi rostro ¿Y luego? Su aliento cálido me abrigó aquella noche helada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario