Eran las 5 de la mañana de un lunes, mi hermano Bruno
y yo despertamos llenos de energía y emoción, algo muy raro para unos niños de
8 y 6 años, pero la razón de nuestro entusiasmo era debido a que nuestra madre
nos llevaría al Zoológico de Huachipa, algo con lo que todo niño curioso sueña
hacer de pequeño, observar a los animales y vivir nuevas experiencias.
Nos levantamos muy temprano para poder llegar sin
tráfico, subimos a un taxi y demoramos casi una hora en poder llegar, pero
valió la pena. En la entrada podíamos observar la decoración del lugar, plantas,
guacamayos, leones, canguros, toda otra clase de animales; mi hermano y yo
estábamos eufóricos
Mi hermano y yo no podíamos creer lo enormes que eran
los cocodrilos, que fueron los primeros que vimos y favoritos de Bruno, a lo
lejos logré ver al majestuoso león, era gigantesco e imponente, las jaulas eran
muy apartadas de nosotros, pero incluso así sus rugidos eran muy atemorizantes.
Conforme nos acercamos a la enorme jaula de las aves pudimos alcanzar a ver a
tucanes que eran muy llamativos por sus coloridos picos, además de ser muy
ruidosos.
Salimos de esas enormes jaulas y logramos entrar a la
de los primates, y pudimos ver a toda clase de monitos pequeños como el titi,
una especie en peligro de extinción pero muy adorables, no podíamos creer cuan
pequeños eran, sus cuidadores los sostenían en sus manos y nosotros solo
podíamos observar cuan diminutos y frágiles eran, salimos de ahí disparados a
ver a los canguros que eran mis favoritos, marsupiales australianos de patas
muy largas que con ellas saltaban e iban a velocidades que yo no podía creer.
Era increíble como en tan solo un día no pudimos
terminar de ver completamente el zoológico, nos faltó el acuario, pero pudimos
terminar todo el recorrido al día siguiente, con el mismo o mayor entusiasmo, y
es que éramos unos niños fanáticos a la zoología, no nos perdíamos ni un solo
episodio de Animal Planet, y en cuanto supimos que por fin lo viviríamos,
perdimos la cabeza; con bruno lo llevaremos lo llevaremos en nuestra memoria y
en nuestros corazones.
 
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