*Oír Seeing stars de Børns mientras se lee para una mejor experiencia de lectura*
“Qué guapa, de qué escuela será” me
pregunté al observar caminar por los pabellones de la facultad a una chica de
contextura delgada, piel pálida, cabellos oscuros y belleza atípica. Yo, un cachimbo sorprendido por todo a su
alrededor, estaba teniendo mi primer crush
en la universidad. Su imagen, y la sensación que me producía, se mantuvieron en
mi mente por el resto del día y hasta de la semana, pero inevitablemente se desvanecieron.
El tiempo pasó, tres ciclos exactamente.
Para el cuarto opté por llevar cursos complementarios, me matriculé en el turno
tarde a excepción de dos cursos; Estadística y otro más. El ciclo inició y la
primera semana no asistí. Los profesores, compañeros y asuntos de siempre no me
emocionaban. Inicié recién la segunda semana y vaya sorpresa que me llevé, cuando
entre las tantas carpetas viera sentada a mi crush de cachimbo, ahora
con nuevo look, lentes circulares, cabello
recortado y piercing en los labios.
Era extraño como más de un año después
una sensación que creí olvidada volvía de sopetón. Debía hablarle, no tendría
mejor oportunidad, pero qué podía yo decir. Nunca fui dicharachero mucho menos entrador,
hablarle a una chica que estaba fuera de mi liga me superaba. Algo debía hacer
aunque fuera improvisar. Así, al finalizar una de las tantas clases, usé aquel
truco de buen gil para iniciar una conversación –disculpa, ¿sabes cómo se
obtiene ese resultado en la tabla del Excel– Sin pensarlo demasiado respondió
con naturalidad –Debes seguir estos pasos y si aplicas esto te sale el
resultado– su tono afable me puso nervioso y respondí con alguna torpeza pero no
importaba, había roto el hielo.
Cada jueves de estadística, el
pretender estar perdido en clase me daba una excusa para conversar. Entre dudas
y ejercicios descubrí que en realidad estaba en 8vo ciclo aunque pareciera de
primero; que estaba recuperando el curso porque antes lo había jalado; que se
especializaba en RR.PP. pues esa había sido su intención desde que ingresó y
que sentía una devota afición por las bandas de K-pop. Además de otras cosas
que supe sin quererlo, como con que profes era mejor no matricularse o qué cursos
electivos podía obviar.
Así, sin darme cuenta, el tiempo pasó
y, sin esperarlo, el curso terminó. Hoy, un ciclo después lo mantengo como un
bonito recuerdo, aun cuando no haya pasado de un crush. El recuerdo de su
amistad es algo que perdura y que permanecerá como parte de mi historia y,
quién sabe, quizá la de ella también.
 
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