Nadie
me dijo que aquel viernes 7 de febrero sería el último día que lo tendría a mi
lado, el último día que podría deleitarme con su mirada, su sonrisa, su tacto,
el sabor de sus labios y su dulce aroma. Nadie me dijo que aquellos actos tan
cotidianos entre nosotros serían los últimos. Nadie me lo dijo. De haberlo
sabido, quizás, hubiera disfrutado mucho más aquel día.
Pero,
¿quién lo habría pensado?, ¿Quién habría imaginado que alguna vez las demostraciones
de afecto se harían a través de una pantalla? Pues, aquel desconocido que lo
pensó, no se equivocaba. Desde hace 183 días, Julián y yo no tenemos otra forma
de demostrarnos cariño, por eso, nos enviamos mensajes a cada hora del día, nos
llamamos sin falta por las tardes, rara vez hacemos una videollamada y siempre
que podemos vemos películas y series juntos, todo con el afán de aminorar la
ausencia del otro, con el afán de sentirnos “juntos”.
Hasta
ahora, creo que lo vamos logrando, pero no es igual. Claro que no es igual. Es
verlo, escucharlo, sentirlo, pero a la vez no. A veces, me gusta cerrar los
ojos mientras escucho su voz y me imagino junto a él, caminando tomados de la
mano, por el mismo camino de siempre y se siente real, lo juro, se siente tan
real, pero cuando abro mis ojos, muchos sentimientos encontrados me abruman y…
inevitablemente mis ojos se cristalizan. Es que, lo siento tan cerca y a la vez
tan lejos, como enero y diciembre.
Hasta
el día de hoy, se cumplen 183 días desde que comenzó nuestro amor de
cuarentena. ¿Quién lo habría pensado? Más aún cuando para los peruanos se les
hace difícil concebir una relación a distancia, bajo la frase “amor de lejos,
amor de pendejos”. Debo aceptar que algunas veces se ha tornado muy complicado,
la distancia y el tiempo tan largo sin estar juntos han traído algunos
estragos. Pero, aun así, Julián y yo, sabemos que nuestro cariño, respeto y
confianza va más allá que todas estas barreras. También sabemos que serán
muchos días más en esta situación, pero ahora ya sabemos cómo afrontarlos.
A
partir de ahora, no necesito un profeta, no necesito que nadie me advierta
sobre el futuro incierto. A partir de ahora, solo necesito disfrutar más de mi
vida, disfrutar más de aquel hombre que logra robarme suspiros, aún a través de
una pantalla, mi Juli.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario