martes, 18 de agosto de 2020

NUESTRO AMOR DE CUARENTENA

Nadie me dijo que aquel viernes 7 de febrero sería el último día que lo tendría a mi lado, el último día que podría deleitarme con su mirada, su sonrisa, su tacto, el sabor de sus labios y su dulce aroma. Nadie me dijo que aquellos actos tan cotidianos entre nosotros serían los últimos. Nadie me lo dijo. De haberlo sabido, quizás, hubiera disfrutado mucho más aquel día.

Pero, ¿quién lo habría pensado?, ¿Quién habría imaginado que alguna vez las demostraciones de afecto se harían a través de una pantalla? Pues, aquel desconocido que lo pensó, no se equivocaba. Desde hace 183 días, Julián y yo no tenemos otra forma de demostrarnos cariño, por eso, nos enviamos mensajes a cada hora del día, nos llamamos sin falta por las tardes, rara vez hacemos una videollamada y siempre que podemos vemos películas y series juntos, todo con el afán de aminorar la ausencia del otro, con el afán de sentirnos “juntos”.

Hasta ahora, creo que lo vamos logrando, pero no es igual. Claro que no es igual. Es verlo, escucharlo, sentirlo, pero a la vez no. A veces, me gusta cerrar los ojos mientras escucho su voz y me imagino junto a él, caminando tomados de la mano, por el mismo camino de siempre y se siente real, lo juro, se siente tan real, pero cuando abro mis ojos, muchos sentimientos encontrados me abruman y… inevitablemente mis ojos se cristalizan. Es que, lo siento tan cerca y a la vez tan lejos, como enero y diciembre.

Hasta el día de hoy, se cumplen 183 días desde que comenzó nuestro amor de cuarentena. ¿Quién lo habría pensado? Más aún cuando para los peruanos se les hace difícil concebir una relación a distancia, bajo la frase “amor de lejos, amor de pendejos”. Debo aceptar que algunas veces se ha tornado muy complicado, la distancia y el tiempo tan largo sin estar juntos han traído algunos estragos. Pero, aun así, Julián y yo, sabemos que nuestro cariño, respeto y confianza va más allá que todas estas barreras. También sabemos que serán muchos días más en esta situación, pero ahora ya sabemos cómo afrontarlos.

A partir de ahora, no necesito un profeta, no necesito que nadie me advierta sobre el futuro incierto. A partir de ahora, solo necesito disfrutar más de mi vida, disfrutar más de aquel hombre que logra robarme suspiros, aún a través de una pantalla, mi Juli.

No hay comentarios:

Publicar un comentario