El agua nos había recibido como si nuestra
llegada hubiera estado planeada, el cielo parecía entender lo que yo sentía
mientras esperaba atenta a que nuestra tutora de curso dijera mis tan ansiadas
palabras "mágicas" —"Pueden salir del bus" —Estábamos camino
al Cuzco, y dicha ciudad imperial nunca me había sorprendido menos. No había
alguna razón para no querer viajar más que solo puro y duro desinterés.
 Era el
año 2016, y su muy ansiado viaje de promoción estaba en ejecución para el bien
de todas mis compañeras de quinto grado. Por el contrario, lo único bueno que
yo tuve desde mi partida 3 horas antes, fue un chocolate blanco que nos
regalaron de cortesía, el cual agradecí con un saludo de manos algo forzado por
culpa del equipaje que cargaba. Me sentía incomoda, el agujero que sentía se
formaba en mi estómago... me ardía. Quería obviar estar en un bus que nunca
desee abordar.
 Intenté
dormir mientras veía cómo la neblina del frío invierno cuzqueño en contraste
con nuestras respiraciones en grupo empañaba las ventanas y los espejos que
cargábamos. No creí que eso podría ser peor, pero lo fue...si el calor era
jodidamente sofocante estando quietas y listas todas para dormir, lo fue aún
más cuando un grupo "movido" propuso colocar música propia del año
2016... implicaba reguetón...Todavía recuerdo aquellas canciones de
"Ozuna", ese día soñé con esa voz aguda chillona en su intento por
rapear algo con sentido, pero fallando.
 Era el
día uno en mi viaje de promoción y si antes estaba deseando volver a Arequipa, luego
lo imploré al de arriba. mis compañeras comenzaron una mala coreografía en los
pasadizos del bus mientras este recorría una curva y hacia que varias cayeran
al piso. La tutora se unió, las de otras secciones igual, subían y bajaban sus
caderas, aunque la edad hiciera que algunas tengan movimientos forzados
mientras sus rostros pedían ayuda. 
El amanecer estaba llegando, supe, gracias a los colores rojo y naranja que se mostraban bastante opacos por la ventana vaporosa. Parecía un gimnasio, uno donde no podía respirar por la vergüenza ajena que sentía, donde mi corazón palpitaba con el ruido poderoso de todos los parlantes a su máxima potencia, hasta que cesó. Habíamos llegado, era el comienzo de un mal viaje, uno tan terrible que he suprimido los recuerdos de este en mi memoria.
 
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