1ra Crònica
JULIACA: SIN SABORES Y SORPRESAS
Las cinco horas que se tomó llegar de Arequipa a Juliaca, fueron eternos para mí. Todo el viaje en bus me la pasé despierta (siempre soy ansiosa con lo desconocido), mi estómago parecía tener voz propia, hacía unos ruidos extraños, pienso yo, que era el hambre y las ganas de conocer ese nuevo lugar.
Bajé del autobús, era madrugada, las cinco de la mañana aproximadamente, caminamos hacia el terminal terrestre de Juliaca. Pilar, mi madre, compró una chompa de lana para mí, hacía demasiado frío, ¡frío insoportable!, nada comparable al de nuestra Arequipa. Pues bien, yo seguía con unas expectativas de una ciudad acogedora, tradicional. Siendo francos, me esperaba más que una Ciudad Blanca. Salimos del terminal, la sorpresa que me di, ¡no había taxis!, el transporte en Juliaca eran los curiosos, raros e inseguros mototaxis (según la percepción mía que tuve en ese entonces). Mi madre me dijo ¡sube! ¿Qué esperas?, pues qué podía hacer, tenía que montarme a esos curiosos, raros e inseguros vehìculos.
Llegamos a un hotel. Tocamos la puerta, salió una señora de edad, ella nos hizo pasar a una pequeña salita, los muebles estaban cubiertos de llicllas, en el piso había como una especie de alfombra con cueros de alpaca y oveja. La señora no era muy amable, por cierto, mucho menos cordial. Solo entregó la llave del cuarto a mi madre y le dijo en voz alta, que deseaba el cuarto tal y como lo estaba entregando… Ingresamos al mismo, era modesto, solo tenía dos camas y un mueble viejo que sostenía un televisor. Yo no lo pensé dos veces, me puse mi pijama, y a la cama. Que experiencia, ¡qué experiencia!, dormir en lugar ajeno, solo tenía tres frazadas para cubrirme, pero esto no quiere decir que estaba menos preciándolas, no…no, estás pesaban el triple que yo, parecía cubrirme con tres bloques de hielo. Me levanté y me recosté a lado de mi madre, y por fin pude conciliar el sueño.
Mi estómago me despertó, pedía a gritos ¡comida! Era una de la tarde, nos vestimos con mi madre, salimos del hotel en búsqueda de un restaurante, caminamos un par de cuadras y vi un letrero enorme que decía ¡ceviche!, pensaba que el hambre me hacía alucinar, pero mi madre también lo vio, las dos entramos, nos sentamos presurosas e hicimos el pedido ¡dos ceviches, por favor!, el mozo dijo, que ya no había ese platillo, pero que le acaba de llegar pejerrey fresco. Yo le dije que quería ceviche, no importaba del pescado que sea. Fue la primera vez, que probé ceviche de pejerrey, altamente recomendable.
Juliaca, al conocerla te llevas unos sin sabores junto con sorpresas inesperadas. Cada viaje a esta ciudad, son nuevas experiencias.
2da Crònica
FELICIDAD REDONDA
Tres días con las contracciones, el dolor la mataba, el dolor le hacía delirar. Hay que inducir el parto, el Dr. dijo, la joven ya no podrá resistir más tiempo en espera.
El embarazo de Grace, mi hermana, fue una mera casualidad saberlo. ¡Como olvidar ese día! Pilar, mi madre y Grace, conversaban a puertas cerradas en la sala. Mi llegada inesperada, fue mi cómplice para enterarme de la verdad, esa verdad que mi hermana tenía temor revelar (Grace tenía 20 años).
Yo detrás de la puerta, misma detective, con los sentidos más agudos que nunca… ¡lo escuché!¡lo dijo!¡estoy embarazada de dos meses! Solo atiné a empujar esa barrera que me separaba de ellas, y así poder confirmar aquellas palabras. Mi madre entre lágrimas, yo con una gran sonrisa, Grace, con una mirada de sorpresa. Ella no esperaba nuestras reacciones. La noticia completó nuestra felicidad, era una felicidad redonda.
Se avecinaban siete meses de larga espera, para conocer al nuevo integrante de la familia. Siete meses en las que no reparamos de cubrirla de atenciones, cuidados y sobre todo de amor. Ella sabía que era el centro de atención de nosotras, que decirle un ¡no!, no existía como respuesta. Pues caro nos salió no negarle nada. Una mañana salió avisando que necesitaba hacer un poco de ejercicio. Pues finalizó en una llamada a mi madre del hospital. ¿Qué había sucedido? La señorita Grace se encontraba jugando fútbol, la pelota había impactado directo a su vientre. Felizmente no pasó de un susto.
Llegaron los 8 meses de gestación, Grace, estaba asustada, temores de madre primeriza (suponía yo). Pero pasado unos días entendí, mi hermana presentía que el parto se aproximaba. Un martes soleado, mes de noviembre; nació un alargado, rojizo bebé de 3 kilos. Era nuestro Matías Condo Prieto. Nuestra felicidad redonda.
3ra Crònica
EN TIEMPOS DE CUARENTENA SIN GRACE
No tener noticias de mi hermana, Grace, ella en España y yo en Perú, no saber ¿qué le había sucedido?, ¿por qué no se comunicaba con su familia?, dos preguntas que quedaron al aire durante tres largas semanas.
Un 21 de julio del 2019, Grace decide partir a España, en búsqueda de nuevas experiencias, conocimiento, y oportunidades, según ella. La comunicación siempre estaba presente, vía virtual, era una forma de sosegar nuestra depresión por la separación tan repentina. El tiempo se convirtió en nuestro aliado, pasaron los días, meses, y de un momento a otro, estábamos puestos con el color amarillo, celebrando el nuevo año. Un 2020 en el que deseamos que nos acompañe la salud, amor y la unión familiar como hasta ese día lo había hecho.
El primer día de enero, las noticias de Grace, eran afables, pero nos hacía saber de su preocupación de una crisis de salud que se vivía en Wuhan-China, provocada por un virus que nadie sabía de él, de su voracidad de muerte. Mi vida, la vida de mi familia, continuaba con normalidad, los medios de comunicación tanto nacionales e internacionales solo informaban sobre este nuevo virus, el Covid-19.
España se declaró en cuarentena el 14 de marzo, su sistema de salud colapsaba, los contagios eran imparables. Nada ajeno era mi país, declarando el presidente Martín Vizcarra, “Estado de emergencia” por 15 días, el 16 marzo. Se cerraron fronteras, los policías tomaban las calles, el transporte era reducido, no podíamos caminar libremente, ¡el aprovechamiento de empresarios en plena pandemia! … ¡la paranoia nos embargaba! …la excesiva compra de desinfectantes, las mascarillas, el alcohol… Sentía ser protagonista de un filme de psicosis…
Todo lo que sucedía afuera de nuestro hogar, mi madre, yo y mi pequeña hermana, para nosotras no tenía importancia alguna; los días se volvieron rutinarios, levantarme, mirar el móvil, por si había llegado un mensaje, una llamada, prender la televisión, ver noticias, leer, el móvil otra vez revisarlo, llamar a Grace, llenar el WhatsApp de mensajes, audios, videollamadas. Pero nunca hubo respuestas.
Viernes 20 de marzo, la depresión se había convertido en un inseparable acompañante. Deseaba que todo esto se convirtiera en un aborrecible sueño, o en una broma de muy mal gusto. Mi madre era más optimista, ella decía sentir que Grace se encontraba bien, que solo tengamos fe y paciencia. Era las 2pm, la hora de almorzar, estaba por coger una cucharada de mi sopa, empieza a vibrar mi celular, una llamada, yo contesto: ¡alò!... ¿Grace?... ella responde… Su ausencia se debió a la pérdida de su móvil, en una emergencia de la Cruz Roja de Madrid, ella era voluntaria. Mi madre siempre tuvo la razón.
 
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